Lau-So Ascanio (elle/ella) estudió las licencituras de Cine y Letras en la Universidad de Monterrey y también un Máster en Creación Literaria por Editorial Planeta en la Universidad Internacional de Valencia. Es une nerd fan de los libros, películas y también gamer por afición. Además, es fluide en 3 españoles: venezolano, argentino y mexicano.
Muchos de nosotros vemos las siglas LGBTQ+ y pensamos automáticamente en: junio, mes del orgullo, los disturbios de Stone Wall, la legalización del matrimonio igualitario, el barrio Castro en San Francisco, Harvey Milk. Incluso surgen a la mente películas, series o libros como “Secreto en la montaña”, “Philadelphia”, “Pose”, “Queer Eye”, “Sense Eight”, “Heartstopper”, “Carol”, “Orlando”, etc.
¿Qué tienen en común todas esas cosas que mencioné? Todas pertenecen a occidente, particularmente al hemisferio norte del ecuador, y en específico a países de habla inglesa; es decir, países anglosajones como Reino Unido y Estados Unidos. ¿Está mal? No, en absoluto. Las historias LGBTQ+ siempre han existido y han sido censuradas por muchos años por la homofobia heteropatriarcal que hemos vivido como cultura occidental. Sin embargo, el problema que esto supone es la centralización de la historia LGBTQ+ en una sola zona que ejerce una fuerza hegemónica, la cual se autoproclama como la única válida sobre lugares en donde se tiene una relación presente o pasada de colonialismo.
Tal es el caso de Latinoamérica, África y Asia, las cuales para muchas producciones artísticas LGBTQ+ anglo-céntricas, la historia y producciones queer de estos lugares no existen. Más bien, lo contrario, son invisibilizadas de alguna forma o como se dice en México, “se les hace feíto” por no ser “auténticas LGBTQ+” o incluso “mal representar el ser queer”.
Una de las víctimas de este tipo de críticas desde el ojo occidental anglo-centrista es el género BL asiático. Empecemos por un punto de partida en este tablero de Monopolio:
¿Qué es el BL y de dónde salió?
Bueno, el BL (Boy’s Love[1]) es un género que nació de Japón que muestra relaciones afectivas, románticas e incluso eróticas entre personajes masculinos, principalmente en cómics (manga) con adaptaciones en animé y dramas televisivos live-action. Anteriormente se lo conocía como yaoi o shounen-ai, lo que pasa es que la propia comunidad de lectores y creadores no desean usar esas palabras porque nacieron de un peyorativo, es decir, era para “hacerle feíto” a los fanáticos del género.
Por lo habitual se pensaba que el groso del publico que lee BL era femenino, pero la realidad es que no es tan cierto. Si bien sí hay mucha audiencia femenina, existe una amplia diversidad, ya que hay también audiencia que se identifica con otros géneros (entre esos este servidore que les escribe ahora XD). Eso se nota al observar la comunidad de fans en plataformas como X (RIP Twitter) y Facebook; y los fanfiction que los seguidores del género producen a diario.
Un fenómeno en expansión
Al igual que un buen juego de Uno o Monopolio, el BL japonés se esparció a la velocidad de la luz cruzando fronteras marítimas, ya que conquistó audiencias en otros países asiáticos como Corea del Sur, Taiwán y China. Pronto cada uno empezó a crear géneros similares con un foco en especial y adaptados a sus respectivas culturas. En el caso de China, pese a la fuerte censura sobre temas LGBTQ+, surgió el danmei, que es un género literario que apareció en internet con novelas publicadas en páginas especializadas. Luego, autoras como Mo Xiang Tong Xiu, Priest, Meng Xi Shi, y otras alcanzaron la fama local y regional con traducciones y adaptaciones de sus novelas al cómic (manhua), animación (donghua) y dramas televisivos live-action.
El huracán danmei incluso viajó por océanos y llegó a occidente con fans muy dedicadas que tradujeron estas novelas de manera extraoficial; y plataformas como Netflix llegaron a transmitir series como “The Untamed” (El indomable) basada en la exitosísima novela “Mo Dao Zu Shi” (“El gran maestro de la cultivación demoníaca”) de Mo Xiang Tong Xiu. Tan fue así la oleada de éxito en occidente, que a partir del 2020 empezaron a licenciar muchas novelas danmei para traducirlas al inglés, francés, alemán y ahora al español.
Sin embargo, su recepción no ha estado libre de las críticas
La marea del éxito del BL y en particular el danmei en años recientes, no ha estado libre de críticas. Muchos de los detractores de estos géneros los critican por fetichizar las relaciones amorosas entre personajes masculinos. Entre las detractoras está Alice Oseman, la autora de la serie de novelas gráficas “Heartstopper”, quien se ha dado la tarea de colocar su obra como un ejemplo de relaciones románticas homosexuales entre adolescentes de manera “realista y pura” sin caer en estereotipos del amor romántico ni sexualizados de la comunidad LGBTQ+.
Irónicamente, hace poco, los productores de la serie de Netflix homónima basada en las novelas de Oseman acaba de aclarar que en las próximas temporadas mostrarían más adolescentes “cachondos” aparte de otro contenido sexual; mismo que está contemplado en los tomos 5 y 6 de la novela. Entonces, volviendo atrás, Oseman dijo que los contenidos BL: 1) presentan una visión hiper idealizada del amor entre hombres, por lo tanto, 2) se enfocan en la parte sexual, es decir, fetichizan estas relaciones[2], porque, 3) está asumiendo que todo el público que consume BL son mujeres cis e incluso heterosexuales, lo cual Oseman condena por fetichizar aún más las relaciones queer; cuando, 4) su propio contenido muestra todos los puntos anteriores de alguna forma, al igual que películas como “La vida de Adéle”[3], que hipersexualizó una relación sáfica con kilos de male gaze[4] y nadie se quejó….
¿Coincidencia? No lo creo. La verdad es que Oseman cayó en lo que se dice en México: “burro hablando de orejas”. Está criticando algo que ella misma está haciendo e incluso dando una opinión malinformada desde una postura de privilegio como persona blanca anglosajona. “Heartstopper” y otros contenidos LGBTQ+ anglosajones no son superiores a los de otros lugares: son netamente diferentes, pero igual de válidos.
Es más, los BL y el danmei no solo se centran en el amor romántico y el erotismo, cuentan cosas mucho más profundas; a los ejemplos me remito: las novelas de Mo Xiang Tong Xiu. En “El gran maestro de la cultivación demoníaca”, la relación de Wei Ying y Lan Zhan se centra en el tema de la dicotomía entre seguir las reglas impuestas por la sociedad contra esas que te dicta el corazón. Los demás personajes están afectados por este tema de alguna forma que se escurre en un trasfondo político donde se nota la hipocresía social y los manejos a diestra y siniestra del poder.
Por si no fuera poco, en “La bendición del oficial del cielo” (Tian Guan Ci Fu) no se trata solo de mostrar la parte superficial del amor entre Xie Lian y Hua Cheng, sino que este está de la mano con la fe. Toda la novela pone en la mesa la pregunta de qué es realmente la fe y que, en verdad, el amor es un acto de fervor parecida a la de un devoto con su dios. Además, la novela explora lo manipulable que es la historia y las mentes de las personas y cómo la hipocresía puede traspasar incluso los seres aparentemente “perfectos” como los dioses.
Lo más impresionante del asunto es que Mo Xiang Tong Xiu al igual que otras autoras escribieron esto bajo un seudónimo, sin mostrar sus caras en público, a sabiendas de la censura en China. Cada vez que ponen su mano en el tintero arriesgan mucho y tratan de seguir escribiendo a pesar de las severas políticas de censura de su país, que han hecho que, por ejemplo, novelas como “La bendición del oficial del cielo” tenga una versión revisada aún más censurada que la original.
En conclusión
Es demasiado fácil criticar, sobre todo si no se aprecia el contexto de creación y si no se toma el tiempo de comprender aquello que se quiere criticar. Quizá muchos me pregunten después de este post enojón de señora en Facebook: “Pero, Lau-so, ¿por qué le tiras la contra a Alice Oseman?”. No tengo nada hacia ella, no más estoy poniendo en la mesa lo que dije al principio: su sentido de apropiación de los derechos de producción de contenido queer, por ser una escritora anglosajona principalmente. Eso no quita que no disfrute de “Heartstopper”, todo lo contrario, me gusta mucho, me identifiqué con los personajes, el estilo artístico de la novela es lindo y la adaptación televisiva es muy buena. Pero, como todo en la vida, no es perfecta, tiene sus errores, cae en ciertos estereotipos y visiones idealizadas del amor muy típicas del género.
Por lo mismo, Oseman como otros autores que critican a otros contenidos queer que no son anglosajones: primero, deben explorar su postura de privilegio; después, comparar la lista de críticas con su obra y luego mirarse al espejo antes de hablar. La literatura y otras expresiones artísticas queer de otras partes del mundo son igual de válidas que las hegemónicas anglosajonas; cada una es distinta y al final explora temas humanos y su objetivo es el mismo: entretener y visibilizar las historias de la comunidad LGBTQ+ más allá de un mes de junio lleno de arcoíris.
[1] Se traduce como amor entre chicos.
[2] Muchas de las criticas de contenidos queer en el pasado se centran en la mala representación de la comunidad ya sea como elementos de burla o hipersexualizados para servir fantasías de hombres cis-heterosexuales como en el caso de las relaciones lésbicas. Las personas que critican el BL piensan que hay una dinámica similar al male gaze pero a la inversa hacia las relaciones homosexuales entre hombres.
[3] Película basada en la hermosísima novela gráfica de Julieh Maroh “El azul es un color cálido”, que recomiendo muchísimo. Es una joya el cómic, la película no, desafortunadamente es una peli que crea divisiones por su retrato de relaciones sáficas. En lo personal, me quedo con la novela gráfica.
[4] Se traduce como “mirada masculina” es la perspectiva masculina sobre temas considerados femeninos o las relaciones entre mujeres.
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